15/3/08

Gatos

He terminado de leer el libro Gatos, de Antonio Burgos y he quedado perpleja y divertida al mismo tiempo. Perpleja porque el libro narra las aventuras del gato del autor y resulta que este tiene ocurrencias y hace monerías muy parecidas a las que hace mi gato Nino.
Y os preguntareis, ¿qué tiene que ver una historia de gatos domésticos con un blog de Danza Oriental?. Pues mucho, ya que estoy convencida de que mi gato debe ser egipcio. Por esa forma que tiene de mirar al infinito se ve que es un minino como los que narra Antonio Burgos, un gato con porte de faraón, una efigie, vamos. Ya sabemos que los felinos eran venerados en la cultura egipcia de hace miles de años. Pero es que además Nino, que ha debido vivir ya varias reencarnaciones, demuestra una preferencia e inclinación innata ante determinadas bailarinas.
Cada vez que enciendo mi portátil, y me conecto a youtube para ver vídeos, mi gato se acerca sigilosamente y observa conmigo los diferentes archivos que me voy descargando. Si las bailarinas son Fifi Abdou, o Sohair Zaki, o las legendarias, Tahia Carioca o Samia Gamal, por poner un ejemplo, mi gato se queda hasta el final del vídeo. Y acto seguido me mira en señal de aprobación. Pero como la bailarina sea una petarda, Nino aburrido, se da la vuelta y se marcha antes de que acabe la secuencia. ¡Increíble, pero cierto!. Además, es un gato con gustos musicales muy exquisitos: prefiere a Oum Kalsoum antes que cualquier canción oriental-pop moderna. Y eso que en casa escuchamos música de todo tipo…
Conozco a muchas bailarinas que son amantes de los gatos. Supongo que la danza va ligada al amor a las personas y a los animales; o al amor, en general. Y a la bondad. Si observas a una bailarina, por su modo en que se expresa a través de la danza, puedes intuir lo que esconde su corazón.
Es curioso, las bailarinas que más me gustan y admiro, y que tengo la suerte de conocer por ser mis profesoras o compañeras, resulta que son también excelentes personas.
Cristina C.

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